miércoles, febrero 15, 2006

Crónica de un concierto inesperado, Parte I : Steakhouse Cafe

El jueves 2 de febrero pintaba como otro día normal. Pero era diferente en un ligero y diminuto aspecto: faltando 10 minutos para que finalizara el día laboral me dieron ganas de beber cervezas. Esto normalmente hubiera tenido un solo significado, que indefectiblemente me iba a tirar unas cuantas verdes, ya que esos arranques usualmente no los reprimo. Pero el jueves le había prometido a Celeste llevarla a ver a Harry Pote y el brugal extra viejo, ejem, perdón y el caliz de fuego, o algo asi.

Como expresé anteriormente, hay ciertos impulsos primordiales que hay que seguir sin pensarlo dos veces, y, en mi caso, beber cerveza es definitivamente uno de ellos. Asi que convenci a Celeste de las bondades del Steakhouse Cafe y su 2x1 de 5 a 8 p.m.

Llegamos a eso de las 5:30, y habían aproximadamente 12 personas dentro, con la particularidad de que 10 eran empleados. Nos sentamos en el mismo lugar de siempre: en la esquina noroeste del bar. Para aquellos con problemas de orientación geografica, me refiero a la esquina derecha del bar, inmediatamente uno entra. Pedimos lo mismo de siempre. Cerveza yo, vino tinto ella.

Cuando iba por 200 ml de los 360 aprox. que trae mi amada botella verde, a Celeste se le ocurrió mudarse a la mesa que esta cerca de la pantalla gigante para poder ver el juego de no sé que cosa.

Ahi sucedió. Fue uno de esos momentos que cambia el curso de tu existencia, pero en ese instante no te lo imaginas.
La chica que nos atendia nos llevó un boleto para participar en la rifa de dos viajes a Borinquen para ver el concierto de los Rolling Stones. "Por cada cerveza Presidente que consuman, se le entrega un boleto" dijo. "Maravilloso" fue mi reacción. Lapicero en mano, procedí a rellenarlo con mis datos generales.
Durante esa noche repetí la misma acción seis veces. Al final de la misma deposité mis boletos en una gran urna verde, y me fui.

La gran rifa era el sabado 4 de febrero, y steakhouse cafe tenia un pequeño tributo a los Rolling, con una banda formada por tremendos músicos del ambiente rock criollo. Con la única finalidad de aumentar mis probabilidades, esa noche tambien me bebí seis jugos de cebada.

Momentos antes de anunciar los ganadores, Ariel Sánchez y yo estábamos llenando el último de los boletos, y él me comenta que con ese iba a ganar. Yo, en un despliegue de optimismo, o precognición, dependiendo del punto de vista, le respondí que no se hiciera ilusiones porque estaba claro que ese viaje me lo ganaba seguro.

Una de las modelos contratadas por la cerveceria, de esas con cuerpo ideal para cometer actos pecaminosos, sacó el primer boleto ganador. No era yo, que vaina! Saca el segundo boleto, y Leo, el Maestro de ceremonias designado, anuncia con voz de mal locutor: "RAFAEL". En ese momento sentí que se me congelaba la sangre. Es esa sensación semiorgásmica que le da a todo el mundo cuando orina, como un escalofrio que recorre el cuerpo desde la cabeza a los pies.
Pasaron aproximadamente como cuatro segundos (eternos en mi opinión) antes de que dijera: "CINTRON". He pensado mucho en esos 4 segundos, y llegué a la conclusión de que fueron debidos, no a un deseo de impregnar la situación de suspenso (tan tan tan taaaaaaaaaaaan), sino, a que mi apellido no es muy común, y Leo lo estaba tratando de descifrar.
No recuerdo haber abierto los ojos tanto antes de ese momento. Solo atine a levantar los brazos, cual Jack Veneno al derrotar a puño de hierro, en señal de victoria. Y me quede ahi parado sin poder pensar en nada, con los brazos en alto, dando pequeños brincos de alegria, hasta que alguien me bajó de la nube, y me dio un buen consejo: ve a reclamar tu premio antes de que lo rifen de nuevo.

Tomé a Celeste de la mano, y procedí hacia la tarima con una sonrisa de estúpido, de esas que ponen los ganadores de rifas que no esperaban ganar. Alli tuve que demostrar que era ese tal Rafael Cintrón que habían anunciado por los altavoces. Pan comido, a sacar la cédula y listo.
La sonrisa de estúpido se quedó conmigo la mayor parte de la noche. Simplemente no se borraba. Me sentía como debe sentirse un criminal que se pasa la vida cometiendo barbaridades, y cuando muere le informan que como quiera va al cielo. Un sentimiento de alegria y felicidad TOTAL.


El lunes siguiente llené el papeleo usual, entregamos copia de la cédula y el pasaporte en las oficinas de Steakhouse Cafe, y todo estaba listo. El viernes 10 nos iríamos a ver a los Rolling Stones, cortesia de Steakhouse Cafe, e Industrias E. Leon Jimenez.


Próximamente: Crónica de un concierto inesperado, Parte II : Portorro

4 Comments:

At jueves, febrero 16, 2006, Anonymous Anónimo said...

Ay amor esa rifa te dejo malo y ni hablar del concierto, ejejejej se la paso señores con mis binoculares el concierto entero con la cara de que aun no creia que estaba alli, pasmado mirando el escenario tenia que arrancarle los binoculares a veces para poder disfrutar el concierto de cerca, aunque les digo que estábamos en un sitio privilegiado señoras y señoritos......La pasé divino de verdad, pues el grupo con quienes fuimos son de lo mejor, saludos a todos ellos.

 
At jueves, febrero 16, 2006, Anonymous Anónimo said...

Rafael tremenda narracion deberia pensar seriamente la escritura estas muy bien no he podido bajar las fotos si puedes mandamela a mi mail ivanfernandez@verizon.net.do

 
At jueves, febrero 16, 2006, Blogger Sergio Sánchez said...

MALDITO!!! MORIRAS EN LA HOGUERA!!

 
At martes, febrero 21, 2006, Anonymous Anónimo said...

Pero bueno, baby brother, yo que pense que como no hablas tampoco escribias!! Menuda sorpresita mas agradable he tenido al ver esta verborrea literaria. Debe ser que esta en los genes.

Enhorabuena!

Lidia (la mayor)

 

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